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La masculinidad y el amor romántico: inicio sexual, conquista y despecho

Contenido promovido por el Instituto de Experimentación y Formación Artística A.C. con el Centro Cultural La Otra Banda.



El amor romántico no es un problema individual y exclusivo de las mujeres. El amor romántico genera desigualdad en los vínculos que generan malestar, donde no hay voces de independencia y no hay libertad, de ahí surge la necesidad de transitar a relaciones justas, de buen trato, democráticas, igualitarias y colectivas, para lo cual la figura del hombre debe aproximarse al reconocer que también toman un papel importante dentro del tema.

Coral Herrera Gómez

El amor romántico se encuentra ligado al problema que tenemos con el ego, en la exaltación del sufrimiento como guía para alcanzar el paraíso romántico; han pasado casi tres siglos y no se ha podido transformar la visión occidental del amor romántico, la cual se basa en una función sadomasoquista. Seguimos sufriendo los estragos de esa construcción sociocultural de “pareja” al estilo romántico, en la cual, los hombres no querían transformar su realidad y transformar el sufrimiento, su afán era individualista. En este sentido los hombres en realidad no son realmente hetero sexuales, la mayor parte de ellos construye los afectos con sus iguales (otros hombres) y las mujeres son un mero “objeto” para alcanzar otras metas.

Las relaciones que los hombres estructuran con las mujeres presentan pautas repetitivas, el odio que se le inculcó en las escuelas a las niñas a través de la feminidad como signo de humillación, por lo cual, los hombres han construido su identidad masculina a través del rechazo de todo lo que tiene que ver con características femeninas. La educación en torno a la masculinidad en los niños ha llevado a la mutilación emocional porque creen que llorar o expresar emociones está asociado a la feminidad. El hombre sólo tiene permitido expresar la ira, cólera, rabia, pero nunca la pena, la tristeza, el miedo y la vulnerabilidad. Así los niños pasan toda su infancia intentando diferenciarse de las niñas, hasta el momento en el que llega la revolución hormonal y la revolución sexual, en este momento, los niños tienen que cambiar un poco sus esquemas y acercarse a las niñas desde el puro interés egoísta y utilitarista.

Desde esta perspectiva, el amor se asimila como una guerra en la cual para acceder a las chicas y satisfacer sus necesidades personales, los hombres tienen que emplear el discurso romántico, pero no creerlo ni interiorizarlo.

La construcción que el patriarcado le ha dado al amor romántico es que solo puedes acercarte a las mujeres para satisfacer tus necesidades sexuales individuales, pero no para generar un lazo efectivo. Más adelante en la vida del varón se comienzan a desarrollar habilidades que van dirigidas a la seducción y el cortejo, muchos de ellos tienen claro que una de las formas más eficaces de establecer relación es adular y tratar de seducir su ego, haciéndola sentir especial. El varón identifica en la mujer su vulnerabilidad cuando están enamoradas, por lo cual le es más fácil manipularlas. Bajo la apariencia de ser una persona cariñosa, simpática, alegre, lograran destruir la autoestima de las mujeres.

A las niñas se les educa para ser adictas al amor romántico, mientras que los varones son educados para no poner el amor en el centro de sus vidas, para que éste no les domine y controle y por tanto, ninguna mujer pueda dominarlo a través de sus encantos sexuales, emociones y sentimientos. Esta educación diferenciada entre hombres y mujeres es lo que perpetua la violencia machista y el terrorismo machista bajo el que se vive actualmente.

Las bases de la violencia machista están incrustadas en el tema psicológico y emocional, seguimos perpetuando los mixtos en torno a la violencia machista, pensando que estos son “monstruos”, personas que tienen problemas mentales, lo que en ocasiones lleva ante la ley a eximir a los acusados de violencia.

Al mismo tiempo, la sociedad entera colabora en culpar a las víctimas de violencia machista y tratar de disculpar a los victimarios, el sistema está construido para invisibilizar a las víctimas.

En la búsqueda por generar cambios en la estructura patriarcal se debe empezar por realizar autocrítica amorosa, pensar en que todos los cambios que yo hago en mi tienen un impacto en la sociedad y contribuyen al cambio social y colectivo, se requiere entender cómo aprendimos a amar, como aprendimos a ser mujeres y ser hombres, las relaciones que establecemos entre nosotros, entender la forma en que la función química del amor romántico se mezcla con el mito para poner a las mujeres de rodillas ante el varón.

El amor podría ser un instrumento de liberación y revolución, una de las experiencias transformadoras más maravillosas y, sin embargo, ahora mismo el amor es un dispositivo de control social sobre las mujeres.

Actualmente no existen las condiciones para llevar a acabo un amor en el que no exista la explotación, la desigualdad, la violencia y el sufrimiento que padecen las mujeres, para lo cual sería necesario cambiar la estructura económica y la forma de organizarse política, social y económicamente, hace falta una revolución cultural y sexual emocional. Es muy difícil crear las condiciones para poder llegar a construir un afecto en donde existan relaciones igualitarias.

Solo desde la autocrítica amorosa es como podremos empezar a cambiar nuestro comportamiento, capaces de identificar la forma en la que replicamos las prácticas patriarcales, en la relación con las personas que nos rodean. Es necesario reconocer que esto implica un trabajo para toda la vida porque constantemente se están transformando las relaciones que mantenemos con los demás.


Es necesario reconocer que la estructura patriarcal ha dividido a las mujeres en dos categorías la mujer buena y la mujer mala, la buena es la que pone su cuerpo y su energía y su tiempo al servicio de los hombres y la mala la mujer libre que conecta con su propio quehacer y que no otorga su sexualidad al servicio de la reproducción, por lo cual la única forma de domar a la mujer libre es a través del amor romántico haciéndoles creer que en algún momento pueden llegar a obtener el trono del matrimonio.

En este sentido, para lograr acabar con el patriarcado, aún faltan muchos siglos de progreso, aunque han existido avances, actualmente se siguen utilizando las mismas estructuras de relación que hace tres siglos, lo único que se hace es disfrazar de modernidad, sin embargo, las condiciones patriarcales siguen existiendo.

El gran desafío por delante es cómo llevar la utopía a la práctica, a través de la transformación de las emociones; actualmente no sabemos cómo cuidarlas para no hacer daño a nadie. También es necesario identificar las estructuras de poder, identificar cómo funciona la estructura del maltrato.

El objetivo final es poder reivindicar el derecho de las mujeres a poder vivir una buena vida, para lo cual es necesario transformar la forma en la que se concibe el amor y las relaciones que se establecen dentro de este concepto

Herrera destaca los siguientes elementos como puntos clave para entender la masculinidad y el amor romántico:

a. Para todos quienes trabajan con las masculinidades es necesario plantearse como punto de partida que es lo que quieres y lo que necesitas para ser feliz, y luego preguntarte qué estrategias usas para alcanzarlo y qué impacto tiene en las personas que me rodean. Una de las principales cuestiones para trabajar las masculinidades está en las relaciones que los hombres establecen con las mujeres de su vida.

b. Nuestra sociedad entera está construida desde la filosofía de la crueldad, la cual ha normalizado la venganza, y como usamos el poder en beneficio propio.

c. Hacen falta unas gafas violentas que permitan a todos y todas entender las estructuras basadas en la explotación y también acatar cuestiones más sutiles sobre cómo se construye la misoginia y el odio hacia las mujeres.

d. La estructura social impone una monogamia, basada en la pareja heterosexual, sin embargo, la monogamia solo es para las mujeres, en los medios de comunicación se trasmite la idea de familias nucleares felices pero la realidad es que en el varón no sigue las practicas monogámicas. Los hombres son educados para defender su libertad.

e. Son muy pocos los hombres que reconocen como sus privilegios hacen sufrir a los demás y como se aprovecha y abusan de los cuidados que reciben de las mujeres de su vida, son pocos los hombres que han comenzado a revisar sus privilegios para adaptar el discurso de la igualdad y acabar con el machismo.

f. Solo desde la autocrítica amorosa es como podremos empezar a cambiar nuestro comportamiento, capaces de identificar la forma en la que replicamos las prácticas patriarcales, en la relación con las personas que nos rodean. Es necesario reconocer que esto implica un trabajo para toda la vida porque constantemente se están transformando las relaciones que mantenemos con los demás.


 
 
 

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