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LA CAPILLA DE LA SANTA CRUZ DEL CERRITO: Don Tomás

Foto del escritor: LaOtraBanditaLaOtraBandita

Actualizado: 4 ago 2022

Contenido promovido por el Instituto de Experimentación y Formación Artística A.C. con el Centro Cultural La Otra Banda.



Personas y personajes van y vienen en los barrios. Pero hay personas que destacan por su entrega a una labor, haciéndola un estilo de vida con la que crecen como individuos, en alguna colonia o barrio. El caso es el de mi amado abuelo Don Tomas que duro colaborando, terminando como encargado de la capilla de la Santa Cruz del Cerrito por setenta años (colaborando y terminando siendo encargado alrededor de veintidós años), algo muy loable en su persona. Lo cual le valió, cabe señalar, un sinfín de malos pensamientos por algunas personas y hasta familiares, pues muchos decían y pensaban: “siempre está ahí ni trabaja”, “imagina todo lo que se vuela de las limosnas” en fin. No son cosas para recordar, es una persona para festejar, el cual era orgullosamente de la otra banda.

Su nombre completo era Tomas Alvarado García una persona muy fervorosa, de ánimo incansable, pues como dije, duro setenta años haciendo labor a favor de la capilla de la Santa Cruz del Cerrito o simplemente “la capilla” como todos los nietos nombrábamos ese lugar con suma felicidad. Donde muchos de los nietos ayudábamos en las fiestas. Hasta yo bien “chiquillo” iba gustoso tan solo a ver (por lo pequeño), a convivir y a comer a casa de los abuelos. Chicharrón, frijoles de la olla y arroz el cual era el manjar dado a la música de viento cada tres de mayo o el primer domingo de septiembre en casa de “mi Lupita” para festejar a la virgen de los remedios o la Santa Cruz. Aunque había otras familias del barrio que apoyaban con el manjar a la música.

Don Tomas (mi nene) contaba que vivió con mi bisabuela Paulina, mi tía Rosa y Aurelia en la esquina con las calle de “metralla“ y “Jiménez”. Recuerdo que una ocasión mi tía Lola me llevo a esa casa yo contando como con cuatro años aproximadamente y mi memoria tiene imágenes borrosas pero una sensación apacible dentro de la vivienda.

Siguiendo con la vida de “mi Tomate”. Él era el único varón y trabajo desde pequeño ayudando a la bisabuela Paulina quien vendía cualquier cosa, contaba mi abuelo a una famosa revista que poco duró, “viva la tradición”:


Cuando yo era chiquito vivía con mi mamá y dos hermanas. Mi mamá buscaba la vida… siendo yo el único hombre de la casa tuve que trabajar desde muy pequeño. Empecé siendo mozo en una tienda y en una carnicería; de ahí me dediqué al corte de jitomate en Balvanera y en algunos otros lugares. En las noches lluviosas regresaba a la casa corre y corre, con el agua hasta las rodillas…


Un poco más urbanizado y del mismo modo nos da cuenta del terreno, a lo que dice Guillermo Prieto:


… las calles son estrechas, sembradas de piedra suelta y de hoyancos peligros en cuestas y bajadas muy incómodas. La orilla de este barrio, en general, es muy fértil se compone de sementeras, de huertas de árboles frutales, de cerros, y a su pie de sitios y calzadas pintorescas… las desigualdades del piso en que con facilidad se resbalaba, todos estos unidos son encantos que han comunicado a la otra banda


y como lo mencione que a la ida a la casa de mi bisabuela me despertaba esa sensación de tranquilidad, aunque las imágenes sean borrosas, en fin.


Nos dice de su labor en la CSCC o simplemente “la capilla” inicio muy pequeño, que tenía doce años, aproximadamente en 1924 el nombre del encargado de “la capilla” era Don Manuel González Al que ayudaban aproximadamente tres o cuatro “pequeñuelos” que salían a pedir cooperación para la fiesta de la Santa Cruz, acompañados del sonar de un tambor tocado por un señor. Como lo bonito y lo vistosas eran las fiestas patronales, debemos recordar que otra de las celebraciones, aunque más nueva es la de la advocación mariana, la Virgen de los Remedios. A todo esto y ya de encargado de la iglesia Don Tomas como parte de los festejos de la fiesta era “el gallo” que, por la madrugada del domingo de fiesta, hacían su recorrido por las calles con la banda de música de viento. Deteniéndose en diferentes casas y negocios de personas que con su apoyo se hacía posible sufragar los gastos de las diferentes actividades de la fiesta, interpretándoles alguna melodía.

Del mismo modo menciona la vendimia de delicias que había, como “los puestos de atole, tamales, buñuelos” a parte de la “cuetería” que se hacía que ”la cuetería llegaba a durar hasta dos horas y la música tocaba desde el viernes a las doce del día y terminaba el domingo”.


Así siguió su vida, desarrollándose y a los diecisiete años fungió como peón de albañil en la ciudad de México, donde también trabajo en la Iglesia de Santo Niño de Praga, donde le iba a pasar un momento desafortunado que por aras del destino o por lo divino, no lo sufrió.Al poco tiempo regreso a Querétaro e inicio a tejer huaraches en compañía de Víctor López vecino del Barrio. Más adelante trabajo en un telar propiedad del señor Asunción García, donde aprendió el uso de la maquinaria de poder de su tiempo. Duró trabajando quince años en ese lugar, donde entraba a las tres de la mañana y salía a las siete de la tarde. Pasando poco tiempo se caso con mi abuela Guadalupe Aguillón Rico (“mi mama Lupita” o “mi Lupita” para otros primos) también oriunda del Barrio del Cerrito. Su papá de mi abuelita Lupita por cierto también colaboro con las verbenas, él se llamaba Don Celso Aguillón Vargas. De quien cuenta mi papa, que se sentaba en un árbol afuera de su casa en una de las calles que circundan la capilla, llamada Juana de Arco y el fervorosamente iba a saludarlo a la sombra de ese árbol.


Cabe señalar que Don Tomas siempre fue ferviente colaborador de “LA CAPILLA” viendo personas encargadas de los festejos. Quedando como encargado Santiago Moreno al que aprendió a organizar las fiestas y a tener todo en orden para las eucaristías. Pasando un tiempo llego el sacerdote Narváez y se creo la vicaría. Enfocándose el sacerdote a la construcción de lo que es actualmente la parroquia “del santo niño de la salud”.

Donde colaboro en las quermeses para juntar fondos para la construcción de la iglesia mi tío Honorio y mi amado padre. También con la llegada del padre Narváez quitando los festejos y la gente a cargo de éstas. Causando con la decisión molestia de parte de los encargados, dirigiéndose a hablar del asunto con el cura. Cuenta DT que discutieron un largo rato: él cura a que no y ellos a que si. En ese instante llego otro sacerdote apoyando a los parroquianos. Quedando los festejos como ganadores, los cuales no se han interrumpido.

Nos sigue contando “mi tomatito” (Don Tomas):


Después de que murió mi compadre Benito y nada más quedamos de organizadores Filemón, Santiago y yo; después nos empezó a ayudar José Vargas “el gringo”. En esa época conseguimos todo para el servicio del sacerdote. No había armónico, sagrario ni sonido. Me acuerdo que teníamos que pedir prestado el armónico al instituto queretano. Afortunadamente pudimos ir comprando todo poco a poco…

Hace mención que colaboro también con la capilla de “la Trinidad” y la iglesia de “San Sebastián”. Ya para 1975 el párroco de San Sebastián en aquel año Agustín Saavedra hizo entrega de las llaves a DT, tomando el cargo oficial de la histórica capilla. Nos hace mención aquí Don Tomás de otro personaje del Barrio que fue José Vargas “el gringo” quien era el “quiropráctico del Barrio” o “huesero”.


Siguiendo y contando anécdotas actuales que van desde subir al techo de la capilla con los primos más grandes Sabino y Fernando a “echar los cuetes”, dirigidos en ocasiones por mi tío Santiago, hasta conseguir las naranjas agrias para el altar para el jueves Santo con Don Manuel Hurtado, que se ponía a modo el altar para las siete visitas. Donde dábamos (yo a los seis años acompañando a mi abuelita Lupita y mi tía Lola) una estampita, pan bendito y hierba buena a cada visitante. Una ocasión arreglando el altar para esta conmemoración de Semana Santa, se habilitaba un espacio en la capilla para una de las representaciones dolosas de Cristo en su ultima etapa de vida y en el juicio ante los romanos, conocido como “el señor de ecce homo” (Siomo), acomodándola entre mi madre y mi tío Santiago, mi madre tomo la espalda dentro del vestido de la imagen y coincidió con que mi tío también metió su mano. Mi madre sintió la mano de “Chago” (tío Santiago) y se asustó pensando que la imagen había cobrado vida, soltando un grito (risas). También entra las veces que salíamos en procesión con la virgen o la Santa Cruz “echando cuetes y mi tío Antonio ya tenía maña pues a “mano pelona los echaba”.



Una festividad muy concurrida y más representativa del lugar fue la de “la Santa Cruz” donde lo peculiar de ésta eran los famosos rellenos, acompañados de un buen “charape”. Una bebida hecha de pulque, piña, canela, pilomcillo y unas rebanadas de plátano. Una de las principales personas dedicadas a la venta de estas delicias era la señora María Arreguin la que recuerda el acudir de las fiestas quien nos dice que:

Antes las fiestas eran grandísimas. No había modulo afuera y toda la plazuela era un llano. Se ponían muchísimos pues de rellenos, enchiladas y carpas como especie de cervecerías. Lo único que había de juegos era “la ola”. Era una tradición de todo Querétaro y muchas personas venían a la fiesta.

No había mas entrada que por el puente alto, o sea, por San Sebastián.

Bajaban muchas personas de Santa Rosa y de la Cruz con palanganas de rellenos, se ponían como cien puestos…

Hay muchas anécdotas sobre los momentos que vivimos durante las fiestas de la capilla, las que disfrutamos y nos formaron pues convivimos con muchas personas del Barrio de distinta posición económica y social. Lo que nunca le importo orgullosamente a mi abuelo Don Tomas y nos importó. Fue la enseñanza que nos dejó principalmente esto, respeto y honradez.


HUGO ARMANDO ALVARADO GUERRERO

LICENCIADO EN HISTORIA





Primera foto: en medio Don Tomás, a la izquierda María Guadalupe Aguillón Rico y a la derecha José Cruz Alvarado Aguillón.


Segunda foto: Ma Guadalupe Guerrero Araujo (mi amada madre), Elia Edith Alvarado Guerrero (niña y hermana), Tomás Alvarado García, María Guadalupe Aguillón Rico (abuelos paternos), Hugo Armando Alvarado Guerrero (yo con tres años) y José Alvarado Aguillón (mi amado padre). A la puerta de la capilla de la Santa Cruz de los milagros durante los 50 años de casado Don Tomás y Doña Guadalupe. Álbum familiar, la capilla en la actualidad.




Primera foto: Tarjeta postal ilustrada con bordes, blanco y negro, 9 cm x 14 cm. Orientación horizontal. Reverso dividido. Capilla de la Santa Cruz del Cerrito en Querétaro, principios del siglo XX. Se observan personas de distintos niveles socioeconómicos, al fondo de la imagen se ve el terreno de que rodea la capilla. Transcripción de textos en el anverso: sin texto impreso | Con texto escrito [tinta blanca] -- "Cruz del Cerrito. Qro" Transcripción de textos en el reverso: con texto impreso [tinta negra] -- "POST CARD / CORRESPONDENCE HERE / NAME AND ADDRESS HERE / SOLIO / PLACE STAMP HERE" | Con texto escrito – "1863" Fuente: Cruz del Cerrito, Qro., México, [editor no identificado], [ca. 1900], Fondo Antonio Alzate (Sociedad Científica Antonio Alzate), caja 25. Versión digital en JPEG del Repositorio Institucional Históricas-UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, Ciudad de México, 2019, disponible en http://hdl.handle.net/20.500.12525/212.

Segunda foto: la capilla de la Santa CRUZ DEL Cerrito en la actualidad. CAPILLA UBICADA AÚN LADO DE LA PARADA DE TRANSPORTE PUBLICO DE AUTOBUSES UBICADA EN EN "EL CERRITO, ACTUAL PROLONGACIÓN CORRGIDORA NORTE EN LA PLAZA JUANA DE ARCO.



María Guadalupe Aguillón Rico (mi abuela)



Hugo Armando Alvarado Guerrero (yo a los 6 años)


Puente Grande o de San Sebastián, visto desde Av. Universidad, entre las calles de Pasteur y Otoño:









PARA ESTE DÍA DE MUERTOS:


"ESTÁ LA OTRA BANDITA AYUDANDO Y ASISTIENDO A LOS BARRIOS. CUANDO DE PRONTO SALE LA CALVA DICIENDO: ¡UY, QUE RIFADOS! "

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