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Diálogos en confianza

Foto del escritor: LaOtraBanditaLaOtraBandita

Contenido promovido por el Instituto de Experimentación y Formación Artística A.C. con el Centro Cultural La Otra Banda.


Ser padre divorciado implica ser visto como el hombre que provee, pero no cuida, como aquel que desde su rol de paternidad es incapaz de realizar actividades domésticas y o de crianza; en este sentido, se considera necesario desarrollar una serie de reflexiones en cuanto a la capacidad de los padres divorciados para criar a sus hijos y, hasta qué punto las leyes, los estereotipos y la familia contribuyen para que las familias de padres divorciados sean una minoría.

La realidad que se presenta en el contexto mexicano establece que los hogares de madres solteras representan el cincuenta y tres por ciento del total, mientras que el de padres alcanza el cuatro punto uno, por ciento; recientemente ha existido un incremento del quince por ciento en el número de padres solteros en el país.

Además de estas cifras estadísticas, es necesario reconocer que existen múltiples formas de desarrollar el rol de padre soltero; existen hombres viudos, padres solteros por adopción o inseminación, algunos son chicos adolescentes que tienen a su cargo a sus hijas o hijos, de igual forma existe un grupo de padres que llegaron a la soltería después del divorcio; este último grupo de padres es el que usualmente despierta mayor reacción en virtud de confundir lo que fueron como pareja y lo que son como padres; se tiene la idea de que si se es malo como esposo de igual forma se es malo como padre. Por estas razones se ha llegado a considerar que los padres divorciados no son capaces de cumplir las tareas de crianza y educación de sus hijas e hijos, por lo cual, se les relega a funciones relacionados con el proveer económicamente. A pesar de estas determinantes, actualmente el número de padres que asumen el cuidado de sus hijos es cada vez mayor, lo cual nos lleva a pensar que en él presente se está trabajando para cambiar creencias y prácticas con respecto a la paternidad.

Para este momento ha quedado superada la disposición establecida de que los niños menores de doce años debían quedar al cuidado de la madre; actualmente se resuelve atendiendo los principios de igualdad e interés del menor. Aunado a esto se establecen audiencias con cada uno de los sujetos implicados, para así poder reconocer sus intereses, necesidades, y demandas; a fin de poder establecer con que figura podría tener una vida más plena el menor y si esta cuenta con la capacidad y los elementos necesarios para su cuidado.

Existe todo un dispositivo cultural, institucional en la creencia de los hombres y sus parejas que crean estas disposiciones en las que se considera al hombre como incapaz de hacerse cargo de la crianza y cuidado de sus hijos, sin embargo, esto no implica que el nombre no se pueda adaptar y aprender las formas en las que desarrolle su rol de padre. Por estas razones actualmente y cada vez con más frecuencia los padres pelean la custodia de los hijos y la obtienen. Así mismo cada vez es más común observar padres interesados por transformar sus roles y transitar de su papel de proveedor para poder hacerse cargo de otras responsabilidades que impliquen el cuidado de sus hijos y de su espacio físico; comienzan a relacionarse con actividades y sentimientos que hasta otros momentos se consideraban exclusivas de la madre; como lo son las labores domésticas, la empatía, el cariño, la sensibilidad etc. Indudablemente esto representa un reto, ya que es común que los hombres que han transitado a esta nueva concepción de paternidad después del divorcio sean objeto de burlas y humillaciones considerando que han abandonado hasta cierto punto algunas cuestiones que se asocian con el concepto de masculinidad que se ha venido construyendo a lo largo de los años. De igual forma otro elemento que está presente dentro de los retos a los que se enfrentan estos nuevos padres son las represalias que pudiera existir por parte de la ex pareja y el aspecto económico en el cual siguen posicionándose como la figura principal que debe proveer al menor cuando por el contrario debería ser un aspecto compartido por madre y padre.

Actualmente se ha puesto en la discusión el concepto de mortalidad paterna el cual, hace referencia a las actividades que desarrollan los padres en su rol de proveedor y que en ocasiones los lleva a condiciones desgastantes en cuanto al alcance de logros, éxito y poder económico que les permitan cumplir con el rol que socialmente se les ha asignado. Sin embargo, hablar de estas cuestiones aun es una tema controversial, ya que esta visión se ha asociado al concepto de padres ausentes, los cuales centran tanto su interés en cumplir su papel de proveedor que olvidan que tienen una responsabilidad afectiva y emocional en cuanto a las relaciones que establecen con sus hijos.

Es necesario que los padres puedan comenzar a enfrentar los roles de paternidad como parte de una responsabilidad, al mismo tiempo es necesario identificar que no son personas extraordinarias por realizar actividades que son correspondientes a su figura; más, sin embargo, sí están logrando algo importante en cuanto a su labor para romper con años de tradiciones sexistas y machistas. De igual manera están generando nuevas formas de ser hombres y están comenzando a modelar nuevas generaciones bajo esa concepción.

Cualquier padre debe saber que antes de tomar cualquier decisión es necesario velar por los intereses de sus hijas e hijos, ellos merecen respeto y cuidado, que se les dé el valor como individuos y sobre todo como seres humanos que piensan y sienten, por esta razón es necesario adoptar nuevos modelos de paternidad que respondan a las necesidades de las hijas e hijos y con ello, garantizar que su entorno cuenta con los elementos necesarios que les permitirán formarse como personas sanas y con un impacto positivo en la sociedad. Es necesario dejar de lado todas aquellas violencias que existen en los procesos de divorcio y sobre todo dejar fuera de los problemas a los hijos e hijas.

La paternidad después del divorcio debe permitir al sujeto seguir siendo una figura de apoyo emocional para los hijos, más allá de convertirse simplemente en un proveedor de recursos materiales; para esto es necesario que los hombres comiencen a transformar sus ideas que los han llevado a pensar que su papel como padre no les permite implicarse en aspectos de crianza.

Es importante remarcar que este ideal de la paternidad no es exclusivo de los hombres que han transitado por un proceso de divorcio, sino que por el contrario, es un elemento que debe estar presente en todas las relaciones padre-hijo/s; con ello se da un paso más en la búsqueda de la igualdad y se rompe con estereotipos dañinos que imposibilitan al hombre mantener relaciones sanas y cercanas con sus pares.


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