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A las orillas

Contenido promovido por el Instituto de Experimentación y Formación Artística A.C. con el Centro Cultural La Otra Banda.




Nuestro recorrido comenzó reuniéndonos en el Jardín de los Platitos, donde Israel y Mariano se presentaron: “hola mucho gusto nosotros los llevaremos por aquí y por allá”, esas típicas cosas que te dicen los guías en recorridos turísticos. Pero después dijeron algo que me quedaría pensando el resto de la visita: “Presten atención a lo que parece simple”. ¿Prestar atención a lo simple? ¿Qué es lo simple? ¿Qué es lo que pudiera ver y no ver al mismo tiempo? No lo sabía mientras caminaba, pero en ese momento escribí y anoté todo con tal de mantener la memoría fresca hasta que esta crónica ocurriera. Y así empezamos el recorrido.

En su mayoría, los guías no daban explicaciones, caminaban y nosotros los seguíamos y observábamos los que nos rodeaba. ¿Qué era lo que debíamos ver? Eso dependía de cada uno de nosotros. Que sí, había ciertos puntos que nos marcaban, como la sucursal “Fotografía Torres”, lugar que combina herramientas fotográficas tradicionales y modernas.

Pero eso fue antes de cruzar la calle que nos llevaría a la “Otra Banda”, la zona considerada como las orillas de la ciudad, divisor de clases sociales fuertemente arraigadas en el Querétaro del siglo XX. Ejemplo, la casa del Faldón, desterrado a las “afueras” de la ciudad. Pasamos por distintos puentes, que si bien son pasos para que las personas puedan cruzar, tienen la misma, escondida (o tal vez olvidada), función: dividir las dos zonas. Porque, ¿quién lo diría? A pesar del paso de los años la diferencia entre las zonas aún se puede ver y sentir en el entorno, especialmente en las estructuras que sostienen las casas de ambos lados.

Al final de nuestro recorrido, tuvimos una plática con “La Otra Bandita” y el Instituto de Experimentación y Formación Artística, quienes nos hablaron un poco de historia y más acerca de las distintas formas en que Querétaro dividía (o divide) a su gente. Al salir, el tren anunció su llegada con su fuerte sonido y el grupo quedó dividido entre los que cruzaron antes de que el tren pasara y los que no. ¿Así se sentían las personas queretanas hace 118 años? No había un tren que los dividiera todo el tiempo, claro, pero sí una barrera invisible que marcaba su zona como la orilla, como aquello lejano que lo preferible es no acercarse, si es que no quieres que te lleve el tren.



 
 
 

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    Invierno 89, Col. España. Barrio del Tepetate

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